viernes, 16 de septiembre de 2011

Lumbre a las puertas del Origen del Mundo
















L’Origin du monde, Gustave Coubert, 1866.


Resumen
Estas líneas tienen el propósito de colocarse en tanto marco de un escenario armado por una confesión testimonial. Se trata de un acto loco, un pasaje al acto, como destaca la psiquiatría clásica francesa, de una joven mujer agitada por su sexo. Es un evento ocurrido durante el internamiento en el Manicomio General La Castañeda.[1] Lo fragmentario y estilo escanciado del relato, denotan el contexto de exclusión de los cuerpos asilados. Echar lumbre a las puertas del Origen del mundo, muestra ser una impostura a los ejercicios del poder y la constatación de la fuerza orgánica de la sexualidad femenina.


Lumbre a las puertas del Origen del Mundo

Alberto Carvajal
carvajal@correo.xoc.uam.mx




…me puse brea en las piernas y le prendí fuego
Berta


Escribir un grito, ese es el propósito del presente texto. Del grito sordo que ensordece. Del que impacta los cuerpos, impregna las paredes, las atraviesa, a su pesar. De un grito que habitó el manicomio, recorrió sus andadores, trepó por sus frondosos árboles, un grito que junto con otros hacía un coro infernal en el Pabellón de Agitadas, donde paradójicamente aprendían a callarse. Un grito que se hacía silencio para respirar. Este es el contexto sonoro, un silencio tan lleno de gritos que se hace muro. Este es el material del que están hechos los manicomios/psiquiátricos. Su arquitectura sufre esta interferencia sonora. No hay tramo que no haya sido tocado/atravesado por un grito/silencio. No hay espacio que no haya sido visitado, expurgado una y otra vez. Si hay un territorio que es tomado por lo humano: pasos, silencios, gritos, susurros, llanto, carcajadas, ese, es el manicomio. Si se pudieran hacer diagramas de las olas sonoras como los diagramas que hace temple Temple Grandin, podríamos observar la constante y precisa interferencia, este trastocar día a día de los espacios de cada uno de los cuerpos que lo habitan. Se tiene la experiencia de que el caminar en círculos, o bien, trazar el mismo recorrido una y otra vez es una muestra de que estamos perdidos. En estos lugares, pareciera demostrarse una lógica distinta: puesto que están perdidos, no hay ningún inconveniente para dar vueltas. Justamente esta repetición no impide la posibilidad de generar su salida.

En este ruidoso caminar por espacios vividos, de pronto y sin más un grito, mejor aún, un aullido cimbró el momento y tocó/atravesó mi cuerpo. Ahora recuerdo el relato de Doña Gude vecina del pueblo de Mixcoac desde la época de La Castañeda. Todos esos recuerdos pasan como una novela, declaraba al final de nuestra reunión/testimonio/memoria. Lo que me acuerdo cada vez que pasaba por La Castañeda, era la voz de mujer, un canto que la estremecía, un sonido que hacía la declaración de un nuevo día y se alojaba en cada poro de la superficie sensible de ese cuerpo convertido, a la sazón, en una imprenta. El manicomio, casa de la alegría, lugar de los gritos, de las voces en tropel, de las imágenes que desbordan la realidad, una realidad, la de la imagen corporal. De ahí su agitación, su estremecimiento, su conmoción. También es el lugar asilo/separación familiar, el otro sentido del abandono, motivo de su aceptación/rechazo a una vida hecha jirones, me desgarraba la ropa, quizás la piel, pensé, y luego el testimonio de la lumbre, de la hoguera a la entrada de su sexo.


El archivo, un contexto indicial

En el Archivo Histórico de la Secretaría de Salud intento encontrar algún indicio de Berta/grito/poesía. Cuento con dos datos además del nombre de Berta. En un momento de nuestras reuniones recordó como se llamaban los médicos que la atendieron. …fueron Castillejos y Lutteroth en Observación, y luego el silencio y el gesto que mostraba que nada hubo de haber sido dicho. A un grito no se puede pedir su repetición, ¿qué dijo?

A Castillejos no lo encontré salvo en una pequeña nota por la que el Director de La Castañeda solicitaba a Lutteroth hacerse cargo del Servicio médico a causa de la licencia autorizada al primero.

“Memorandum
Mixcoac DF a 27 abril de 1965
C.DR. GUSTAVO LUTTEROTH SUAREZ
Presente
Dada el estado de emergencia planteada por el Movimiento Médico actual

“31 de marzo de 1965
Ultimas Noticias
Los médicos crearán su propio sindicato. La AMM definitivamente abandona los sindicatos de empleados federales y se constituye en organismo sindical autónomo”.

…y de acuerdo con la actitud asumida por los médicos adscritos de todos los hospitales de la Secretaría de Salubridad y Asistencia para resolver el problema planteado en la atención de los enfermos a nuestro cargo, esta Dirección, en junta tenida con los Jefes de Servicio, llegó al acuerdo de que todos y casa uno de los médicos adscritos tendrían que afrontar el problema integral de la atención de los enfermos y tras haber estudiado los diversos procedimientos para ello, se llegó a la conclusión de que la forma menos lesiva para los intereses personales de los médicos era el organizar un sistema de guardias nocturnas conforme a un rol, basado en orden alfabético, esta guardias exclusivamente serán de las 21 horas a las 8 horas del día siguiente.
En virtud de lo anterior, esta Dirección le hace saber a usted que le tocará guardia el día jueves 29 de abril de 1965, quedando bajo su estricta responsabilidad el cumplimiento de dichos servicio. Estas guardias serán exclusivamente durante el tiempo que dure la emergencia.
Atentamente,
El Director
José Luis Patiño Rojas”

Gustavo Lutteroth realiza el internado en el Manicomio General de 1949 a 1950. En 1950 es aceptada su solicitud de trabajo en ese nosocomio. En 1959 se incorpora al Pabellón de Observación donde conoce a Berta. Los años anteriores trabajó en el Pabellón del Seguro Social de La Castañeda. En mayo del 65 pide una licencia por 4 meses. Renuncia el 30 de septiembre de ese mismo año. En el 66, firma una solicitud al Manicomio, para llevar alumnos de la Asociación Mexicana de Psicoterapia, AC. La solicitud es aceptada por el Director Mario Delgado.

Son los años de grandes movimientos sociales, el de los ferrocarrileros, el de los médicos… de los estudiantes. El manicomio tiene un espacio para albergar/inmovilizar a los movimientos sociales que se generan en su territorio. Se trata de dos pabellones destinados a los cuerpos Agitados. Ahora, Berta se agita en una silla de ruedas.

“03/05/2011
Hospital Adolfo M. Nieto
Berta al ver que a sus compañeras de la Unidad/pabellón I, las llevan a la zona de Talleres, comienza a agitarse y a emitir un sonido agudo entre balbuceos y gemidos.
Estuve en el Pabellón de Agitadas. También en el de Oligofrénicas y en el de Observación”.

Berta, de 19 años, entra a La Castañeda en 1959. Al mismo tiempo que el Prof. Salvador Sámano Muñoz solicita el uso del Campo Deportivo del nosocomio
“para que los alumnos de esa Institución Educativa (Escuela V_1367_D_98_V Club de Leones Nº 4 de la Col. Molino de Rosas, Villa A. Obregón DF) entrenen los diferentes deportes que se requieren para tener una educación integral”.[2]

Ismael Escutia (ex -trabajador del Manicomio, entra a trabajar a los 19 años, 1960)[3]
“Había campos de futbol adentro, había campos de beisbol adentro, había fábricas de tabique de ese de lodo negro, tan grande que era...”.[4]

Don Chuy (vecino de Mixcoac)[5]
“Hasta que pasaban los años y del 73 al 91, ya comenzaron muchísimos cambios. Todos los gobiernos, tanto del D.F., como de la delegación querían hacer ahora si el Deportivo, hacían nuevos planos y nuevas construcciones y nunca las terminaban. Hacían unas maquetas para las canchas de football, frontón, albercas, voley ball, tenis, teatro e infinidad de actividades que iba a haber y nunca terminaban (…) Antes de todos los problemas le querían poner Octavio Paz, porque alguien del CDP lo conocía…”.[6]

Don Chuy, cronista de Mixcoac (Fotografía de Ricardo Garfias, 2001)

Dra. Gisland (vecina de Mixcoac)[7]
“Cuando estaba el manicomio funcionando todavía en 66, que yo estaba en la Preparatoria, todavía había algunos pabellones para enfermos. De hecho se iban a meter a nuestras clases, cuando nos dábamos cuenta teníamos 2 o 3 visitantes de ellos y deambulaban libremente porque eran tranquilos definitivamente”.

No está su expediente en el acervo del Manicomio General. Sólo el número y el nombre entre la lista de 25 mujeres que fueron llevadas de La Castañeda al Hospital Granja Rafael Serrano, El Batán, Puebla, según hace constar el Dr. Sánchez Lemus, quien firma la recepción, el 6 de julio de 1967.[8]

En un período breve o largo que va de 1959 a 1965, Gustavo Lutteroth y Berta se conocieron en el Pabellón de Observación. Quizás fue al principio de su travesía por ese lugar “…esos manicomios que no son más que lugares de detención –de consultas médicas que terminan con el secuestro de los pacientes…” (Klossowski,1975:20). El recuerdo de los nombres es inmediato. Solo queda, por ahora, la conjetura que Observación fue el Pabellón de arribo y posiblemente de regreso para tratar el ardiente pasaje al acto.


El cuerpo/silla/balbuceo/canción/flama/grito

La eliminación por medio del suplicio es así reemplazada por los métodos de asepsia: la criminología, el eugenismo, la exclusión de los “degenerados”.
Foucault (1980:103)

“Entré joven. Me aloqué, rompía papeles… importantes. Dos años estaba bien, dos años estaba mal. Cuando estaba mal me desgarraba la ropa y cuando esta bien, hacía el quehacer de la casa”.

En el fondo se escucha el radio. Berta canta.
“Esa flor ya no retoña
Tiene muerto el corazón”.

“Tengo la edad de mi papá”. Florencia se llamaba la abuela paterna. Nació en Puebla.

Y continúan las canciones
Y pensarQue en mi vida fuiste flamaY el caudal de mi gloria fuiste túY llegué a quererte con el almaY hoy me mata de tristeza tu actitudY a qué debo dime entonces tu abandono?Y en que rota tu promesa se perdióY si dices la verdad yo te perdonoY te llevo de recuerdo junto a Dios

Una vez (en el manicomio) me puse brea en las piernas (y señala ambas entre piernas/muslos) y me las prendí…

“¿Cómo responde el poder? Por medio de una explotación económica (y quizás ideológica) de la erotización, desde los productos de bronceado hasta las películas porno…” (idem:105)

A su vez, Berta parece responder al frenesí de tal explotación. Con lo cual se inserta, por partida doble, en una impostura; por una parte, pareciera mostrar el extremo/limite/consecuencia de una respuesta ejercida sobre los cuerpos y muestra en carne propia, el exceso al someter la piel/carne a semejantes temperaturas de incendio, y por otra, da cuenta de una decisión que al prender su sexo, resolvería sus exigencias y con ello, prescindiría de las imposiciones de tal ejercicio del poder.

“El padre Emilio Torres, es el que me ha favorecido, lo conocí en Ciudad Hidalgo”. Más adelante, agregará que fue su amor platónico. La brea la llevó a un recuerdo previo al manicomio, y con él, a una imposibilidad del “favor” de un amor.

Ese día acompaño a Berta a los talleres. Entramos al salón, se acomoda cerca de una mesa y espera que le traigan algún material. El material que le llegaba era sonoro. Las canciones que escucha y canta organizaron las frases/memoria/recuerdo. Le hablo de lo que encontré en el Archivo. Sin ningún propósito de constatación, sino en la brecha sónica descubierta a propósito del programa del radio. Le pregunto si recuerda de El Batán, adonde llegó después de estar en La Castañeda. El gesto fue rotundo, iluminado, como si encontrara un objeto de la infancia al fondo de un baúl. Su cuerpo cobra su carácter histórico.


Poesía en silencio: el aullido

“Aullido
para
Carl Salomon

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas
(…)
que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabo del Capitalismo
(…)
que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos
(…)
y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia” (Ginsberg, 1995:11-23).

El grito que escucho es soberbio. Volteo y no hay cuerpo que muestre haberlo lanzado. Por la ventana reconozco a Berta que se encuentra en el salón de uno de los talleres. Entro, la saludo y, en ese momento, escucho que la maestra del taller le dice al acercarse a Berta, ya no grites, ponte a trabajar. En las manos tiene una revista.
“En el Pabellón de Agitadas gritábamos”.

Doña Gude (vecina de Mixcoac)[9]
“Hubo una persona que cantaba precioso, una enferma, cantaba lindo, que todo el manicomio... con una voz... no me acuerdo ni sé como se llamaba, porque nunca pregunte, pero era una persona que todo el mundo se quedaba parado oyendo como cantaba esa mujer y que voz tenía”.

Los cuerpos sonoros son audibles en espacios cerrados. He ahí una respuesta al encierro: el grito/canto que hace de los muros, cajas de resonancia. El grito/canto sale

Dra. Gisland (vecina de Mixcoac)[10]
“Todo el manicomnio estaba circundado por la misma construcción de la barda, con el mismo material, la misma altura, y el límite corre hasta la presa, y de la presa hacia abajo, tomando parte de la colonia Merced Gómez, pasando por periférico y cerrando hacía Molinos, por donde está el puente”.

La barda de La Castañeda(Fotografía Alberto Carvajal, 2001)

del Manicomio.

La otra salida corporal/material/anónima, era con los tejidos

Doña Gude
“Hacían cada costura, hacían cada tejido, pero bonitos eh. Llegaron a hacer, que yo también vi, manteles enormes, todo tejido, blanco, blanco, las enfermas, que seniles eran los más pacíficos. Ahí hacían servilletas, manteles. Hasta llevaba usted tela para que le hicieran algo, vestidos, algo, y se lo hacían, eran muy trabajadoras, pero ¿quién aprovechaba el dinero? ¿Quién sabe?”

“14 de noviembre de 1960
Entre varios objetos que fueron exhibidos en la Exposición de Rehabilitación en el Centro Médico y por interés de la Casa Decorama SA de CV, se puede leer:
“1 Tapete estilo persa de 1.80 x 1.90 1,051.75 $
1 “ “ “ 2.00 x 2.00 1,050.50 $”.[11]
Firma el Director José Luis Patiño.[12]

Se acerca una mujer a saludarnos. Le dice a Berta que me cuente de Estrella Silva, su bienhechora, que paga la mensualidad por el internamiento y que cuando viene (parece que ahora simplemente envía el dinero), regalaba cuanta cosa que traía y les compraba cosas a las demás pacientes, tal que era un enjambre alrededor de la tiendita del hospital. Berta se la queda viendo, parece que no corresponde lo que esta mujer dice al orden de las cosas de ese momento. Ella está en otro tiempo. Está tomada por los sonidos. De pronto, así como si hubiera encontrado por ella misma en un oscuro rincón un objeto que a la vez la ilumina, con los ojos grandes (un momento previo me decía que tenía los ojos grandes como los de la Pequeña Lulú) y para la total sorpresa de la trabajadora, exclama: “nací el 12 de agosto de 1940”. Sin más que decir, la trabajadora se despide. Berta, le pide que le obsequie el vaso de piña recortada que había dejado en la mesa, mientras intentaba hacerle hablar. Se quedó el vaso de piña para escanciar las frases/verso.

“Estoy contigo en Rockland
donde tu condición se ha vuelto seria y es reportada por la radio
Estoy contigo en Rockland
donde acusas a tus doctores de locura y planeas la revolución socialista hebrea contra el Gólgota nacional fascista” (Ginsberg, 1995:31-33).

“Llevo como ocho operaciones… de la garganta… de todo
Mis ojos eran color verde esmeralda
José María del Carmen, nos repartieron a la muerte de mi abuelita Florencia
primero estuvimos en Ciudad Hidalgo, nos repartieron
les dejó terrenos, y nos repartieron
cuando murió me enfermé de los nervios (y nos repartieron)
fui a verla a la funeraria Gayoso y luego me perdí (y nos repartieron)
Agustín, un hermano, eran varios, se fue de la casa de la tía (y nos repartieron) [paréntesis míos]

Cada frase/verso es escanciada por un silencio y una nada haber dicho nada. Son los tentáculos descritos por Freud en su “Block maravilloso” para dar cuenta de las enviones de la pulsión.

Así despierto. Mis entrañas,
que en rescoldos guarda la ceniza
del vino alucinado de otras vísperas,
cantan como entre agujas todavía.
Guitarra consumida, madre fiebre.
Así, para olvidar las cosas,
me puse otra vez a recordarlas (Bonifaz Nuño, 1983:117).

Así, de esta manera fragmentaria los versos anónimos y populares dichos de manera impecable por Berta
Si un minuto me bastó para quererte,
una eternidad no bastará para olvidarte.
Tres cosas te diré,
no te olvidaré.

han ido haciendo cuerpo/brea/historia. Historia de los delicados destinos del difícil “relegamiento de las pretensiones sensuales” (Freud, 1989:197) y de la reacción orgánica, biológica de la pulsión cuya salida pareciera haber dado con otra dificultad. El sexo abierto resulta, al parecer, una imagen insostenible, o bien, solo iluminada por las piernas convertidas en farol. No olvidemos que se trata de la época de la llamada liberación sexual con sus correspondientes respuestas del poder señaladas por Foucault.

Nuestra indagación testimonial con Berta continúa. No quise dejar pasar la oportunidad, como bien dice el refrán que más vale pájaro en mano… de puntualizar básicamente dos cuestiones que por el momento conviene dejar avistados; de ellos se desprenden sendas consideraciones. Por una parte, la posible salida de Berta de la “exclusión” como una medida ejercida a todos los cuerpos de asilados/internos/pacientes/usuarios, vía la narración de su experiencia que no deja de ser inmensamente cotidiana y, por otra, destacar la loca respuesta de Berta, colocarse brea en las piernas y prenderle fuego, a ese ejercicio del capital por banalizar, no sin motivos, la sexualidad... femenina.[13] De ese acto que ahora logró ser testimoniado, queda el grito, el aullido. La agitación, esta vez, fue mía.



Bibliografía

Foucault Michel (1980) Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid.
Freud Sigmund (1989) “Psicología de las masas y análisis del yo” en Obras Completas, Vol. XVIII, Buenos Aires, Amorrortu.
Ginsberg Allen (1995) Aullido, Anagrama, Barcelona.
Klossowski Pierre (1975) La vocación suspendida, Biblioteca Era, México.
Bonifaz Nuño Rubén (1983) Antología personal, UAM, México.


Fuentes primarias

Archivo Histórico de la Secretaría de Salud
Acervo del Fondo del Manicomio General
Documental Dónde quedó la locura? (en posproducción)
Anticristo de Lars Von Triers


[1] Este trabajo se inscribe en los avances del Proyecto de Investigación a mi cargo: La clínica de la psicosis: un espacio a construir, registrado en la División de CSH, UAMX.
[2] Fondo Manicomio General ADM (Administrativo) Caja 12 Expediente 8, de aquí en adelante: FMG ADM C12 E8.
[3] Documental: Dónde quedó la locura?
[4] Idem
[5] Idem
[6] Idem
[7] Idem
[8] FMG ADM C60E4
[9] Documental…
[10] Idem
[11] El sueldo de Lutteroth era de cerca de 500 $ mensuales.
[12] FMG ADM C12 E12
[13] La escena que inspiró el presente trabajo guarda una relación con la delicada propuesta cinematográfica de Lars Von Triers en su Anticristo.